sábado, 11 de julio de 2009

Crecimiento personal e investigación

Vivir, que fácil es decirlo pero lo complicado que se vuelve a veces. En un mundo como en el que vivimos hoy tan lleno de competencia, de retos, de cambios, de incertidumbre, de miedos… tratando de alcanzar ese concepto de perfección que desde pequeños nos inculcaron, aunque sepamos muy en el fondo que la perfección no existe.

En fin, cuantas veces no hemos deseado tener una máquina del tiempo para corregir algunas cosas de nuestra vida, pero no podemos vivir atrapados en nuestro pasado, “lo hecho, hecho está”, sólo podemos aprender de las experiencias que ganamos día con día; sobretodo tenemos que vivir el ahora, el presente, ya que cada instante, cada segundo es único e irrepetible; y en cuanto al futuro este es impredecible, por lo que tampoco podemos vivir atrapados en este, es cierto que tenemos que tener metas, sueños y esperanzas para el futuro (en mi opinión, forman parte de esa fuerza misteriosa que nos hace seguir adelante día con día, a pesar de todo), pero si por algún motivo surge alguna situación que no nos permitirá llevar acabo nuestro objetivo, tenemos que tener la fuerza suficiente para sobrepasar ese obstáculo e incluso una fortaleza mayor para ser capaces de no rendirnos y crear un nuevo objetivo.

En algún momento de nuestra educación nos enseñan el famoso “método científico”, y otra serie de conceptos y normas, que tendremos que tener presentes para cuando llegue el día en el que tengamos que realizar alguna investigación; pero la verdad es que aunque nos aprendamos todo esto de memoria, si no tenemos esa curiosidad, ese deseo ferviente de saber el por qué de las cosas, esa chispa que muchas veces mientras crecemos vamos perdiendo, nunca seremos capaces de entender realmente que significa realizar una investigación.

Es divertido ver a los niños pequeños y recordar cuando uno tenía esa edad, esa espontaneidad, esas ganas de aprender, esa preocupación sólo por vivir el presente, no existía temor alguno por demostrar quien realmente éramos… lastimosamente muchas veces conforme vamos dejando la niñez, nos vamos olvidando de esas características; pero si somos capaces de vivir cada día como si fuera el último día no sólo para nosotros, sino también el de nuestros seres queridos y familiares, cuando llegue ese momento inevitable en la vida de todo ser vivo, no habrá nada de lo que nos podamos arrepentir.

Vivir, que fácil es decirlo pero lo complicado que se vuelve a veces. En un mundo como en el que vivimos hoy tan lleno de competencia, de retos, de cambios, de incertidumbre, de miedos… tratando de alcanzar ese concepto de perfección que desde pequeños nos inculcaron, aunque sepamos muy en el fondo que la perfección no existe.

En fin, cuantas veces no hemos deseado tener una máquina del tiempo para corregir algunas cosas de nuestra vida, pero no podemos vivir atrapados en nuestro pasado, “lo hecho, hecho está”, sólo podemos aprender de las experiencias que ganamos día con día; sobretodo tenemos que vivir el ahora, el presente, ya que cada instante, cada segundo es único e irrepetible; y en cuanto al futuro este es impredecible, por lo que tampoco podemos vivir atrapados en este, es cierto que tenemos que tener metas, sueños y esperanzas para el futuro (en mi opinión, forman parte de esa fuerza misteriosa que nos hace seguir adelante día con día, a pesar de todo), pero si por algún motivo surge alguna situación que no nos permitirá llevar acabo nuestro objetivo, tenemos que tener la fuerza suficiente para sobrepasar ese obstáculo e incluso una fortaleza mayor para ser capaces de no rendirnos y crear un nuevo objetivo.

En algún momento de nuestra educación nos enseñan el famoso “método científico”, y otra serie de conceptos y normas, que tendremos que tener presentes para cuando llegue el día en el que tengamos que realizar alguna investigación; pero la verdad es que aunque nos aprendamos todo esto de memoria, si no tenemos esa curiosidad, ese deseo ferviente de saber el por qué de las cosas, esa chispa que muchas veces mientras crecemos vamos perdiendo, nunca seremos capaces de entender realmente que significa realizar una investigación.

Es divertido ver a los niños pequeños y recordar cuando uno tenía esa edad, esa espontaneidad, esas ganas de aprender, esa preocupación sólo por vivir el presente, no existía temor alguno por demostrar quien realmente éramos… lastimosamente muchas veces conforme vamos dejando la niñez, nos vamos olvidando de esas características; pero si somos capaces de vivir cada día como si fuera el último día no sólo para nosotros, sino también el de nuestros seres queridos y familiares, cuando llegue ese momento inevitable en la vida de todo ser vivo, no habrá nada de lo que nos podamos arrepentir.